Aunque poco se pueda afirmar sobre sus orígenes, se cree que el komondor desciende de perros asiáticos que solían acompañar a los pueblos nómadas Magyares, quienes acostumbraban a migrar a través de la cuenca de los Cárpatos y habrían introducido estos canes robustos de abundante pelaje en las estepas húngaras en el año 900 d.C. No obstante, existe otra hipótesis que afirma que los antepasados asiáticos del komondor habrían llegado a Hungría muchos años más tarde, más concretamente durante la invasión de los mongoles a esta región, ocurrida a mediados del siglo XIII.

Independiente de sus orígenes, el perro komondor es una de las razas de perros pastores más apreciados y populares en Hungría, junto al mudi y al puli (dos razas de perros pastores húngaros muy poco reconocidas fuera de su tierra natal). Esta raza fue reconocida oficialmente por la FCI en el 1954.

El komondor ha sido considerado como una de las razas caninas más grandes del mundo, ¡y no es para menos! Nos encontramos ante perros de tamaño gigante, estando su peso entre los 40 y los 50 kg en las hembras y de 50 a 60 kg en los machos, con una altura a la cruz de unos 65 a 75 cm.

Su sólido y robusto cuerpo tiene forma rectangular. La cabeza es amplia, con un tamaño y forma proporcionales a las de su cuerpo, con fuertes y potentes mandíbulas y ojos oscuros, casi siempre negros. Las orejas son colgantes y con forma de V, irguiéndose cuando el animal está en alerta.

A pesar de lo anterior, lo más característico del perro komondor es, sin duda, su pelaje, pues tiene un pelo largo, denso y ondulado que se presenta en forma de mechones o rastas de color marfil. Este pelaje es de esta forma debido a que tiene dos capas, una externa de pelo rústico y otra interna de pelo lanoso más fino, con tendencia a enmarañarse al combinarse. Estas características hacen que estos perros sean realmente resistentes a las inclemencias meteorológicas, así como a los ataques de alimañas que envidiarán al ganado que solían defender.

Por último, el komondor presenta una cola de punta doblada hacia arriba que suele mantener en posición media o baja.

Cachorro komondor

El perro komondor no nace con el pelo hecho mechones o rastas, sino que este rasgo se forma conforme el pelo crece. Así, durante la etapa de cachorro, el komondor presenta un manto de color marfil esponjoso y ondulado, lo que el da una apariencia realmente adorable.

El komondor es de carácter tranquilo y decidido, siendo un perro realmente valiente que no teme hacer frente a lo que se les pueda presentar. Es bastante independientes, por lo que no requiere de atenciones constantes, aunque sí que disfruta de los ratos en compañía de la familia y los paseos. Este mismo instinto protector y valiente le lleva a ser un perro de carácter desconfiado con los desconocidos y algo territorial, ya que adopta su hogar como el territorio que debe defender.

Es un buen perro para la vida en familia siempre que tanto él como los niños hayan sido educados y socializados de forma correcta. No es adecuado para espacios pequeños, puesto que necesita espacios amplios y poder moverse libremente.

Para que nuestro komondor tenga una buena salud y permanezca equilibrado, es necesario que tenga la posibilidad de moverse libremente y realizar el suficiente ejercicio. A su vez, ha de tener a su disposición en todo momento agua fresca y limpia, así como una dieta sana y equilibrada.

Debido a la longitud y densidad de su pelo, es necesario mantenerlo limpio y aseado, revisando el pelaje tras los paseos, pues de esta forma podremos detectar tanto suciedad como posibles parásitos adheridos a sus rastas. El pelo no ha de ser cepillado nunca, pero sí es recomendable cortar las puntas de vez en cuando para evitar que llegue a tocar el suelo. Si no se tiene experiencia con este tipo de manto, es recomendable acudir a una peluquería canina para que mantenga su pelo en las mejores condiciones y nos enseñe a cuidarlo nosotros mismos en casa.

Esta raza canina se caracteriza por ser testaruda y obstinada, por lo que tendremos que ser constantes en su educación, además de pacientes. Dado que se trata de una raza desconfiada, es importante llevar a cabo una buena socialización cuando el komondor es cachorro, de esta forma nuestro compañero podrá gozar de una tranquila y agradable convivencia tanto con personas adultas como con niños e incluso con otros animales. Además, el periodo de socialización le permitirá tolerar mejor a los desconocidos, evitando, así, situaciones incómodas cuando tenemos visitas en casa.

En caso de adoptar a un perro komondor adulto que no haya sido correctamente socializado, debemos recordar que nunca es tarde para ello, aunque sí algo más laborioso. Consulta nuestro artículo sobre Cómo socializar a un perro adulto y ponte manos a la obra.

Por otro lado, a la hora de educar al cachorro komondor o a un ejemplar adulto, como decíamos, es fundamental ser pacientes y constantes. Así mismo, aconsejamos llevar a cabo técnicas de adiestramiento en positivo que premien el buen comportamiento, puesto que está demostrado que son mucho más eficaces y no perturban el bienestar del animal.

La raza komondor es una de las más sanas y robustas, necesitando solo las atenciones más básicas para preservar una salud de hierro. Para ello, se aconsejan las visitas regulares al veterinario para comprobar que todo está bien, así como seguir las indicaciones de este profesional en cuanto a vacunación y desparasitación. Al tratarse de un perro con un manto tan especial, es habitual que parásitos externos penetren en él sin que nos demos cuenta, por esto es tan importante llevar a cabo una buena desparasitación.

Por último, será necesario llevar a cabo una correcta higiene de los ojos, las orejas y la boca. Ofreciéndole los mejores cuidados y brindándole todo nuestro cariño, la esperanza de vida del perro komondor se encuentra en los 10-12 años.